Maitreya como se apareció en Nairobi, Kenia, el 11 de junio de 1988

Testimonio de Job Mutungi:
¿Vino Jesucristo a Nairobi?

El 11 de junio de 1988, un hombre apareció de repente ante una gran multitud en Nairobi, Kenia, reunida para presenciar las curaciones milagrosas de la sanadora espiritual keniata Mary Akatsa.

Reconociendo instantáneamente a la figura alta y vestida de blanco como «Jesucristo», la multitud se arrodilló colmada de emoción.

El editor de la edición swahili del Kenia Times, Job Mutungi, presenció el suceso y escribió el artículo que reproducimos aquí.

El Maestro de Benjamin Creme ha confirmado que fue Maitreya quien se dirigió a la multitud ese día, desvaneciéndose después.

© Kenya Times. Publicado por primera vez en el Kenya Times, 22 de junio de 1988. (Aparecieron más detalles en el Kenya Sunday Times el 26 de junio, donde se describe a Maitreya como a un hombre «calmado», «alto, y delgado… vistiendo una túnica holgada impecablemente limpia. También lucía una barba negra-azabache y un mosqueador negro.»)

 

Unos 6.000 devotos en Muslim Village, Kawangware, Nairobi, creen haber visto la semana pasada a Jesucristo, en plena luz del día.

Puede resultar difícil de creer, pero nadie les hará cambiar de opinión porque «Jesús» se dirigió a ellos y les aseguró que regresaría, muy pronto.

Sucedió en la Iglesia de Belén, donde Mary Sinaida Akatsa dirige oraciones para milagros, reza por los enfermos, los ciegos, los disminuidos física y mentalmente, los estériles y los que sufren todo tipo de problemas personales. El sábado 4 de junio de 1988 una gran estrella brillante en los cielos fue vista por los devotos. De forma inusual, era más brillante que las estrellas normales. Eran la una del mediodía.

Pero el sábado 11 de junio ocurrió algo diferente. Los devotos estaban inmersos cantando Mungu ni Mwema, un himno popular swahili, cuando Mary Akatsa interrumpió. Anunció que Dios le había hablado y que le había dicho que «esperara un milagro porque un invitado muy importante vendría para darle un mensaje vital.» La gente ‘se preparaba ante lo desconocido’ mientras que otros la miraban fijamente sin comprender, boquiabiertos de respeto y perplejidad.

Al cabo de cinco minutos, ella pidió a los que cantaban y bailaban que parasen ya que el mensaje por tanto tiempo esperado había llegado. «¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús de Nazaret!» se oían las voces de la multitud al alzar sus manos en gesto de sumisión y divina bienvenida.

La alta figura de un hombre descalzo, vestido de blanco, y con barba, apareció de la nada y permaneció en medio de la multitud. Se dirigía despacio hacia la nueva iglesia que se estaba construyendo a cierta distancia de la carpa. Mary caminaba junto a Él.

Ella intentó explicar que 20 personas paralíticas habían podido andar de nuevo hacía pocos minutos debido a las bendiciones del día. Pero nadie, excepto quizás unos pocos, lo escucharon. Estaban ocupados hablándole «Al Señor». Miré mi reloj. Eran las 4.15 de la tarde. La voz de Mary se perdía entre los gritos y aclamaciones de «¡Jesús! ¡Jesu! ¡Yeeesu! Has venido. ¡Bienvenido Jesús! Limpia nuestros pecados. ¡Ayúdanos Jeesús!» Para muchos, fue la última oración. Se apareció ante ellos el «Hijo del Hombre» que había por fin cumplido Su promesa de regresar a la tierra. Se arrodillaron orando con emoción en un esfuerzo frenético por salvar sus almas en el último momento. Un hombre que estaba a mi lado se orinó en sus pantalones. Pero yo miré fijamente sin parpadear al extraño. Es curioso, pero una luz esporádica se mecía en lo alto de su cabeza, pies y todo su cuerpo envuelto en un turbante.

La escena y ánimo de los devotos me hacían recordar a la torre de Babel, en tiempos del Viejo Testamento, cuando las lenguas se volvieron «confusas» (Génesis, capítulo 11). Todos estaban murmurando algo. Otros yacían en el suelo llorando descontroladamente en actitud de alabanza y culto, en una sumisión total ante el acontecimiento. Mama Akatsa pidió calma. Pero era difícil. El «Espíritu Santo» había descendido. En efecto, los suburbios infestados de vicio y crimen en Kawangware se habían transformado en una ‘Tierra Santa’. El hombre susurró algo a Akatsa durante aproximadamente dos minutos. Después informó a la multitud de que el extraño hombre se dirigiría a ellos.

En un claro swahili, sin ningún rastro de acento, el extraño hombre anunció que las personas de Kenia estaban bendecidas, especialmente aquellas que se habían reunido en ese lugar esa tarde. Dijo que Mary tenía la misión importante de unir a las personas de todas las razas y tribus bajo la protección de Dios a través de Jesús.

«Os pido amablemente que os aferréis con constancia a vuestra fe ya que no habrá más mundo. Nos aproximamos al momento del reino de los cielos. Pero antes de eso yo regresaré y traeré un cubo lleno de bendiciones para todos vosotros. Por favor, respetar a Mary ya que es una verdadera representante de ‘Lo Más Elevado’ «, dijo el hombre, recordando a la multitud que viviera las enseñanzas de la Biblia.

Cuando el extraño hombre estaba a punto de marcharse, dos mujeres abandonaron sus asientos y se abalanzaron hacia donde estaban Él y Mary. Se le acercaron de rodillas, con lágrimas en sus ojos. «¡Shetani Rhihswaah! Dijo el hombre a las dos mujeres, cayendo al suelo de repente, mientras la vieja palabra de maleficio hebreo resonaba en eco por todas partes. La palabra fue utilizada hace 2.000 años para reprender a los demonios y los malos espíritus.

La multitud tardó 20 minutos en recuperarse después de que el hombre abandonara el encuentro en un coche que pertenecía al Sr. Gurnam Singh, el cual se ofreció a llevarlo. Pero probablemente al Sr. Singh le costará toda su vida recuperarse de la impresión que recibió dos minutos después. Al llegar al final de la parada del autobús de KBS línea Nº 56, el hombre dijo al Sr. Singh que parara el coche ya que quería apearse y dirigirse al cielo. Al salir, él no ascendió. Avanzó unos pocos pasos por la carretera y simplemente se desvaneció. Varias personas que presenciaron el hecho quedaron asombradas por esta misteriosa desaparición.

Al cabo de unos minutos, un inquieto Sr. Singh regresó jadeando profundamente acompañado por un grupo de personas de la parada del autobús, y narraron el extraño suceso. Mary confirmó a la congregación que «Jesús» había ido al cielo.

Lo que desconcertó a muchos fue que Mary, mientras se dirigía a la multitud en presencia del extraño hombre, había dicho que la llovizna de luz experimentada entonces indicaba la presencia de Jesús». Ella también anunció que habría una intensa lluvia después que indicaría que «Jesús» había regresado a su «Trono del Cielo». Y efectivamente, vino la lluvia. Se produjeron grandes lluvias por toda la ciudad esa tarde, cogiendo a la gente desprevenida. Después, muchos no querían marcharse del lugar donde ocurrió la aparición y se les tuvo que convencer para que así lo hicieran.

De vuelta a Uhuru Park, el Reverendo Bonnke estaba prometiendo a miles de fieles y de oyentes durante un programa en vivo de radio y televisión que Dios, el jueves, le había dicho que ellos experimentarían la presencia de Jesús y grandes milagros el sábado. En efecto, Jesús vino a Nairobi pero en un lugar diferente.

Siempre hay un fotógrafo fijo en las reuniones de Mary Akatsa. Él saca instantáneas de distintos momentos y luego las vende a losdevotos a 10 Shs cada una. Anteriormente, cuando las luminosas estrellas aparecieron sobre Kawangware en plena luz del día, sólo habían nubes y el cielo azul en las fotos que había hecho.

Pero esta vez, el fotógrafo, conocido como Francis Kaburu, se les arregló para sacar seis instantáneas del extraño hombre, con éxito. Algunos decían que había truco. Ya se rumorea que la persona citada era un «Jinn» o un espíritu misterioso, por eso su misteriosa desaparición.

Pero Mary Akatsa descarta esta afirmación: «Este fue Nuestro Señor. Él prometió en la Biblia regresar de formas diferentes… en todo caso él nació de una mujer y vivió en la tierra», dijo ella después. Y los miles de testigos del acontecimiento coinciden con ella completamente.

El Sr. Tofías Onyango, un abogado de Nairobi, está actualmente muy ocupado escribiendo un libro sobre los milagros de Mary Akatsa. El se encontraba en el recinto de la iglesia cuando «Jesús» entró, pero estaba dentro de una habitación a 100 yardas de distancia de donde transcurría la acción, preparando su manuscrito. «Hasta ahora, lo único que he podido presenciar es una brillante estrella en plena luz del día», dice, y lamenta que se perdiera el «gran milagro».

(Benjamin Creme comenta: El aspecto de Maitreya respondía a las expectativas de la multitud, como Jesucristo, por eso llevaba barba y vestuario bíblico. El «cubo lleno de bendiciones» con el cual Maitreya promete volver es una alusión a Sí mismo como el «Portador de Agua», el símbolo de la Era de Acuario (ver mensajes de Maitreya Nº 42). La correcta traducción de la palabra swahili utilizada por Maitreya es ‘cántaro’, no ‘cubo’. La «extraña luz esporádica» emanando de la cabeza y pies de Maitreya, tal como lo describe Job Mutungi, es frecuentemente también vista por aquellos cercanos a Él.

Las palabras hebreas que cita el Sr. Mutungi no eran en realidad las que Maitreya pronunció. Lejos de ser una maldición, las palabras utilizadas por Maitreya eran una bendición.)

Benjamin Creme habla sobre la aparición de Maitreya en Nairobi